BUSTO A JUANA RANGEL DE CUELLAR
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Ésta obra en mármol de Carrara «inicialmente –a finales de la década de los 50– se había instalado en la glorieta de la autopista frente al barrio San Mateo, pero por razones de seguridad se trasladó al sitio donde hoy se encuentra»*, hoy se encuentra situada en el costado norte de la Diagonal Santander frente al tradicional barrio La Merced.
Obra tallada en Italia por el célebre escultor Pietro Canónica, autor de gran número de bustos de pontífices que decoran el Vaticano; fue donada por el caballero italiano Gaetano Severini, quien residió varios años en la ciudad y estuvo vinculado al comercio gozando de amplia estimación. Y, con el tiempo, la nariz que le había sido destrozada con un guijarro le fue reparada por el escultor italiano Michele Picca, asesorado por la Academia de Historia de Norte de Santander.
El busto representa a nuestra fundadora, Juana Rangel de Cuellar, dama de noble actitud, figura copiada probablemente de la pintura del maestro Marco A. Marino.
Hoy mantienen vigencia las palabras del historiador don Luis Febres Cordero: «Entre los cultos que constituyen timbre de honor para los pueblos figura, en elevado término, el que tributan fervoroso a los que asentaron las bases de su existencia ciudadana. En un aspecto del mandato que se consigna en el decálogo de las edades; Honrar a padre y madre. Tiempo es ya de que a la genitora de nuestra moderna vida de ejemplar decoro, se erija un monumento digno de su gesto, capaz de su gloria, predicador de su hidalguía. Es tiempo de que se le rinda tributo solemne en el bronce o el mármol, que llene ese vacío en la conciencia cucuteña. Generalmente desconocida es aquella gran figura histórica, y se impone como un deber de gratitud traer su recuerdo al homenaje de los hijos todos de esta ciudad, particularmente de la niñez y de la juventud escolares. El 17 de junio debe ser fiesta cívica de San José de Cúcuta. Cada año en esa fecha habremos de ir a colocar una flor al pie del monumento de la dama filántropa y a visitar el sereno paraje donde alentó por largo tiempo su ser esclarecido y donde firmó la partida de bautizo de Cúcuta. Y es que en medio del ruido afanar que experimenta el hombre a la voz de las diarias aspiraciones y necesidades, precisa que se levante la veneración al pasado, el cual dilata sus vividos reflejos sobre el presente y el porvernir. ¡Cuán hermoso aparecerá la efigie de la augusta dama en el jardín central del suntuoso Palacio del Municipio, sitio señalado para la apoteosis con justicia!»
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